El foc i la paraula
Hem après a no ser neutrals en temps de crisi, perquè la neutralitat sempre ajuda l'agressor, no a la víctima. Hem après que el silenci no és mai la resposta. Hem après que l'oposat a l'amor no és l'odi, sinó la indiferència. I què és la Memòria sinó la resposta a la i contra la indiferència ?" Eli Wiesel, supervivent d'Auschwitz
dijous, 26 de desembre del 2019
Entrevista a Guillem Agulló i Carme Salvador, pares de Guillem Agulló
Entrevista a la mare i al pare de Guillem Agulló al programa FAQS de TV3 el 21 de desembre de 2019. Miquel Ramos explica el cas des del punt de vista periodístic, personal i dels moviments socials que van viure aquells anys al voltant del cas i del judici pel crim. S'explica la campanya La Lluita Continúa, per realitzar la pel·lícula i una sèrie d'activitats de sensibilització contra l'extrema dreta.
“Ante la islamofobia los periodistas tienen dos opciones: ser parte del problema o de la solución”, defiende el periodista Miquel Ramos
“La islamofobia está haciendo que muchas personas musulmanas abandonen las redes sociales”
- Si en 2014 se denunciaron 49 sucesos islamófobos, en 2017 fueron 546 y eso contando con que solo se denuncia un 10% de los casos
- “La islamofobia ha aumentado de forma exponencial. El 45% de los ataques ocurre en redes sociales”, denuncia la Asociación Marroquí para la Integración de Inmigrantes
- “Ante la islamofobia los periodistas tienen dos opciones: ser parte del problema o de la solución”, defiende el periodista Miquel Ramos
María José Carmona Cuarto Poder -
MÁLAGA.-Islam, feminismo e inmigración. Si estos días se encuentra algún bulo en internet con seguridad se referirá a alguno de estos tres temas. Son los preferidos por los amantes de la desinformación y los ‘odiadores’ online. Temas que provocan reacciones emocionales, que despiertan indignación y que precisamente por eso - y gracias a la complicidad de las redes sociales-, se convierten continuamente en objetivo de noticias falsas y mensajes furiosos que alcanzan una enorme visibilidad, monopolizan el debate público, alimentan un odio latente.
“La islamofobia ha aumentado de forma exponencial. El 45% de los ataques ocurre en redes sociales”, advierte la Asociación Marroquí para la Integración de Inmigrantes que esta semana organiza en Málaga el primer Congreso Nacional ‘Desmontando la Islamofobia’.
“El discurso de odio tiene grandes altavoces”, ha advertido durante el congreso Ramia Chaoui, conocida ciberactivista y youtuber catalana que desde hace cuatro años combate este tipo de discursos islamófobos a través de su canal de vídeo. Ella fue una de las primeras mujeres musulmanas que empezó a crear contenido en español y desde España. “Lo considero un medio de comunicación alternativo. Lo utilizo para desmitificar, para informar desde otra perspectiva”, asegura. Sin embargo, esta exposición pública le ha valido unas cuantas amenazas, insultos y ataques continuados hasta el punto de obligarla en alguna ocasión a abandonar.
“La islamofobia limita la libertad de expresión a las víctimas. Antes de tuitear te lo piensas dos veces por miedo a las amenazas, a la persecución. Esto hace que muchas personas musulmanas abandonen las redes sociales. Yo misma tuve que dejar Twitter durante un tiempo, después de recibir amenazas de muerte, fotos de desnudos, fotos de armas. Al final se te quitan las ganas”, explica Chaoui. La era de la posverdad genera estas dinámicas perversas: Los que atacan se sienten libres para decir lo que quieran. Los atacados se sienten obligados a callar.
“Enfrentar el ciberodio es una tarea compleja”, ha reconocido durante el congreso la periodista Natalia Monje, coordinadora del proyecto Ciberespect dirigido a combatir los discursos de odio en la red. Hablamos de mensajes de difusión muy rápida, en muchos casos anónimos, que pueden permanecer online a perpetuidad. Es más, que incluso pueden resucitar. A esto se le denomina ‘efecto Lázaro’ y se refiere a cuando viejos bulos ya desmentidos vuelven a compartirse de manera insistente cada cierto tiempo.
Por todo esto, insiste Monje, “hay que romper la espiral de silencio” y para eso hay que desmentir los bulos, pero también señalar a aquellas páginas web que se camuflan como informativas pero cuyo único fin es alimentar la confusión y la desinformación. Por último, “hay que trabajar desde nuevas narrativas que rompan el discurso del nosotros y ellos”, añade Monje y aquí lanza el guante a medios de comunicación y periodistas. “Hay que dejar de contar las historias de siempre. Salir del marco de lo securitario, de las ayudas sociales, de la identidad. Contar otras historias. Tocar emociones alternativas”.
El papel de los periodistas
Periodistas y medios de comunicación tienen una fuerte responsabilidad en el crecimiento de la islamofobia, han coincidido los diferentes expertos reunidos en este primer congreso nacional. “Ante la islamofobia los periodistas tienen dos opciones: ser parte del problema o de la solución”, defendió el periodista Miquel Ramos tras exponer numerosos casos de titulares y viñetas de prensa donde aún se siguen promoviendo los mismos estereotipos asociados a la comunidad musulmana: delincuencia, terrorismo, inseguridad.
La precariedad de la profesión, las prisas, las dificultades para trabajar sobre el terreno, la falta de fuentes musulmanas pero también la línea ideológica de los medios alimentan estas malas prácticas periodísticas. “En los medios existe una demonización de los musulmanes”, confirma Sabina Civila, investigadora de la Universidad de Huelva. Ella se dedicó a estudiar los titulares de las cuatro principales agencias de noticias mundiales tras el atentado en el aeropuerto de Estambul de 2016 atribuido al grupo terrorista ISIS. Al revisarlos pudo constatar cómo la mayoría de ellos construía una visión fragmentada y negativa de la comunidad musulmana, insistía en tópicos y estereotipos, enfatizaba el miedo.
“Hay una islamofobia escondida que se naturaliza a través del miedo”, insiste Civila. “Para contrarrestar hace falta ética periodística y educomunicación. Es decir, enseñar en las escuelas cómo percibir la información de los medios, pautas para identificar las fake news”.
Los mensajes islamófobos, ya sea en medios de comunicación o redes sociales, no son inocuos. Más allá de los discursos, la hostilidad y el rechazo hacia la comunidad musulmana también se ha multiplicado en los últimos años. Si en 2014 se denunciaron 49 sucesos islamófobos, en 2017 fueron 546 y eso contando con que solo se denuncia un 10% de los casos.
El discurso antifeminista y sobre violencia de género acerca a Vox a la ultraderecha del este europeo
- Expertos analizan con infoLibre la posición de Vox respecto a las políticas de igualdad y reflexionan sobre la línea seguida por sus homólogos europeos
- La defensa de valores tradicionales y la oposición a los derechos reproductivos sitúan a los de Santiago Abascal cerca de la ultraderecha del este europeo
- Vox puede, sin embargo, dejarse cortejar por el discurso de Alemania o Francia y variar su estrategia sobre el feminismo: "La capacidad de la extrema derecha para adaptarse al contexto es inmensa"
@SabelaRulinha Publicada el 08/12/2019
Cadena perpetua para los maltratadores, que nunca salgan de prisión y que se modifique una ley que, dicen, ha fracasado. Son recetas de la ultraderecha española, concretamente de su portavoz en la Asamblea de Madrid, Rocío Monasterio, contra la violencia de género que año tras año sufren las mujeres. Respecto a la norma aprobada por unanimidad en 2004 para combatir la violencia machista, Vox cree que "atenta contra la presunción de inocencia, crea desigualdad jurídica y tribunales especiales". La ley, que plantea sustituir por otra de "violencia intrafamiliar", ha demostrado a su juicio ser "una mera herramienta ideológica con la que confrontar a hombres y mujeres". Para Monasterio, guarda directa relación con la violencia la "inmigración ilegal", pues "fomenta la trata de personas, la explotación sexual y genera inseguridad en los barrios, donde, cada vez más, las mujeres no se sienten seguras".
El discurso de la extrema derecha española no se aleja del labrado por sus homólogos europeos. Una oposición ferviente a los derechos reproductivos, una defensa a ultranza de la familia desde su concepción más tradicional y una asociación tramposa de violencia sexual e inmigración son algunas de las bases sobre las que la ultraderecha sienta su discurso machista, homófobo y racista.
Los puntos comunes, sin embargo, no resultan tan obvios respecto a uno de los asuntos que atraviesa el discurso de Vox: la negación a ultranza de la violencia contra las mujeres y el ataque sistemático a las leyes que la combaten. Esta reacción se explica en parte porque precisamente la legislación española es de las más avanzadas de todo el continente. A mayor desarrollo de las leyes, mayor oposición a las mismas. Así lo argumenta Cristina Fabré, miembro del Instituto Europeo por la Igualdad de Género (EIGE). "Ese ataque se produce en España porque junto con Suecia son los únicos países que tipifican la violencia específica contra las mujeres en el ámbito de la pareja o expareja", comenta a preguntas de infoLibre. Los grupos de extrema derecha "sienten que se criminaliza al hombre y entienden que con ello se están negando los valores tradicionales de la familia o la mujer. Pretenden invisibilizar la dimensión de género que tiene la violencia y la plantean de manera simétrica entre todos los que cohabitan" en el núcleo familiar. En la mayoría de países, comenta la experta, "apenas hay estadísticas o ese foco legislativo no existe".
De acuerdo a la base de datos de ONU Mujeres sobre la violencia contra las mujeres, Italia habla en sus leyes de "violencia en las relaciones familiares", Irlanda de "violencia doméstica", Croacia de "violencia familiar" o Polonia de "lucha contra la violencia en la familia". Y esa es la tónica habitual, con contadas excepciones. Fabré repara igualmente en aquellos países que, con "una conexión muy fuerte con grupos ultracatólicos", se han posicionado en contra de la firma del Convenio de Estambul, "alegando que está basado en la ideología de género". En ese sentido, entre los territorios más reaccionarios se encuentran Bulgaria, Hungría o Polonia.
Vox y el este europeo
"Vox se parece más a la extrema derecha del este europeo, que tiene un discurso más virulento sobre la violencia de género y se opone a todo tipo de políticas de igualdad". Habla la periodista y antropóloga Nuria Alabao, autora del capítulo Género y fascismo: la renovación de la extrema derecha europea, contenido en el libro Un feminismo del 99% (Lengua de Trapo, 2018). En occidente, por el contrario, la ultraderecha trata de "reiventarse asumiendo conquistas de Mayo del 68, a nivel de la revolución cultural", explica la antropóloga. Se trata de consensos asentados como que "la igualdad de la mujer es deseable o los derechos LGTBI incuestionables". Una utilización, añade, táctica que sin embargo no cristaliza después en una defensa real de la mujer a la hora de aprobar políticas.
Mantener este tipo de discurso en territorio español es "uno de los grandes tapones de Vox", opina Alabao. España tiene una "respuesta más asentada" en cuanto a igualdad, "incluso superior a muchos países nórdicos". Por tanto, la postura ultra al respecto "les posiciona en el margen del sistema de partidos, les hace contestatarios, pero les limita porque va en contra de consensos sociales asumidos".
En Polonia, la extrema derecha saca músculo. En las calles pero también en las instituciones. Al frente del país está el partido Ley y Justicia (PiS) desde el año 2015. Tras revalidar la victoria en octubre de este año, el partido conservador planteó como uno de sus principales envites la puesta en marcha de una legislación que persigue la educación sexual, con penas de hasta tres años de prisión a quienes la impartan entre menores. El mismo partido ya intentó, durante la anterior legislatura, endurecer la legislación sobre el aborto. La propuesta, que finalmente fue paralizada gracias a las multitudinarias protestas en las calles, buscaba restringir la interrupción voluntaria del embarazo excepto en los supuestos en los que la vida de la madre corriese peligro.
A los postulados del PiS le acompañan los de la coalición Konfederacja Wolność i Niepodległość (Confederación Libertad e Independencia), que en las pasadas elecciones logró representación gracias al 6,8% de los votos. La formación, de extrema derecha, cuenta en su cúpula con el líder Janusz Korwin-Mikke. El que también fuera eurodiputado hasta marzo de 2018 ha protagonizado numerosos titulares por sus habituales declaraciones machistas: suele cargar contra las mujeres, a quienes considera menos inteligentes que los hombres. Korwin-Mikke también ha cuestionado la violencia sexual y criticado la idea de consentimiento. Konrad Berkowicz, diputado y número dos de Korwin-Mikke, también rechaza la educación sexual que, "sin tener en cuenta la voluntad de los padres", enseña a los niños "el placer de la masturbación de manera sistemática desde una edad temprana". Un discurso que de nuevo recuerda a Vox –con su idea de "pin parental"– y a grupos ultracatólicos como Hazte Oír.
El italiano Matteo Salvini, líder del partido Lega y exministro del Interior, ha mantenido durante sus años de actividad una firme oposición a los derechos reproductivos de las mujeres. En marzo del presente año, todavía en el Gobierno italiano, participó en una conferencia internacional organizada en la ciudad de Verona contra el aborto, el divorcio y el matrimonio homosexual.
En Hungría, los dardos del primer ministro, Viktor Orbán (Fidesz), contra el movimiento feminista tampoco son excepcionales. El pasado mes de octubre el país aprobó un decreto que eliminaba los estudios de género en las universidades. Este tipo de estudios, que se pueden beneficiar de ayudas públicas, "podrían considerarse más como una ideología que como una ciencia", adelantaba ya en marzo de 2017 el secretario de Estado de Educación, Bence Rétvári. El uso del término "ideología" para los estudios de género recuerda a la tan manida "ideología de género" que emplean los de Santiago Abascal para referirse a las políticas públicas de igualdad.
Ocurre, también en Hungría, que a menudo el primer ministro conjuga su discurso abiertamente antiinmigración con su posición respecto a la violencia que sufren las mujeres. Lo mismo sucede en suelo español, donde la criminalización del extranjero es un recurso habitual de la extrema derecha. Orbán sostiene que "con muchos inmigrantes ilegales se sufre un aumento extraordinario de la tasa de delincuencia", y apunta a Suecia como "segundo país con mayor número de violaciones".
Occidente o el feminismo como estrategia
Llegamos a Francia y Alemania, donde la extrema derecha adopta un cariz sutilmente distinto aunque sea igualmente racista y xenóba. En esa línea tiende a expresarse Marine Le Pen, líder de Reagrupación Nacional. Para la capitana de la extrema derecha francesa, el acoso callejero es "en su inmensa mayoría obra de inmigrantes" que siguen una cultura "de desprecio hacia las mujeres francesas". Los postulados islamófobos de Le Pen son un mantra habitual y se dejaron ver el pasado fin de semana, tras la multitudinaria marcha feminista celebrada el sábado 30 de noviembre en París. Le Pen justificó su ausencia cargando contra "varias mujeres que encabezaban la manifestación" y que recientemente "marchaban con islamistas que tienen una visión de sumisión de las mujeres".
Marine Le Pen no ha dudado en reivindicarse como "mujer y madre" para seducir a su electorado, pese a las advertencias del movimiento feminista francés. Y esa misma estrategia es empleada por una de las cabecillas del partido Alternativa para Alemania (AfD), Alice Weidel, abiertamente homosexual. Su partido habla de blindar las fronteras para frenar "el odio importado hacia las mujeres alemanas y los homosexuales alemanes", en palabras de la parlamentaria Nicole Höchst, quien hace ahora un año también se refirió a la "islamización progresiva de Europa" como causa directa, a su juicio, de la merma de los derechos de las mujeres.
"Su defensa de la mujer es siempre en relación al racismo", explica al otro lado del teléfono el periodista Miquel Ramos. "Su enganche para hablar de violencia contra la mujer" bebe en este caso de la supuesta violencia perpetrada por "los inmigrantes y sobre todo los musulmanes". Ramos cita en este punto a Weidel, quien "hace campaña por los derechos LGTBI diciendo que el principal problema del colectivo son los ciudadanos musulmanes". Es decir, "traspasa un mal endémico, como la homofobia o el machismo, y lo traslada a otros colectivos". Para Ramos, la estrategia no deja de ser "muy hábil", porque la extrema derecha "ha sabido usar la diversidad" en su favor.
Guillermo Fernández-Vázquez, autor del libro Qué hacer con la extrema derecha en Europa. El caso del Frente Nacional (Lengua de Trapo, 2019), recuerda que no hay un único modo en que la ultraderecha aborda la cuestión. "En el caso de Francia, Marine Le Pen lo lleva haciendo, durante los últimos diez años, desde una perspectiva diferente a la de Vox", aclara. Lo cierto es que la líder de la extrema derecha "ha enfatizado su condición de mujer para tratar de disputarle a la izquierda el concepto de feminismo" con el fin último de "resignificarlo". En ese sentido, "acepta los puntos más polémicos: no cuestiona la violencia de género, no se mete con el matrimonio homosexual, tolera el aborto, pero sobre todo lo que más le importa es enmarcar el feminismo en una defensa de la identidad francesa". Es decir, asume determinados valores como "parte de la cultura francesa y subraya que los enemigos de esas conquistas son los inmigrantes musulmanes".
Le Pen, agrega Fernández-Vázquez, "está dispuesta a aceptar el feminismo siempre que le sirva para atacar las invasiones culturales del mundo musulmán". Y eso, añade, "ha servido para aumentar el voto de sectores no particularmente ideologizados". En otros territorios como Holanda o Alemania, abunda el autor, se sigue el mismo patrón. Aunque siempre surgen cismas, incluso dentro de las propias corrientes de extrema derecha. Fernández-Vázquez cita en este punto a Marion Maréchal, sobrina de Marine Le Pen, que sí podría ser un "referente ideológico" para Vox. Ella habla de "feminismo totalitario y lo considera como una especie de vanguardia cultural de la progresía", por lo que su oposición al movimiento es férrea.
Ramos coincide en destacar lo diverso de la extrema derecha y también repara en que la línea de Vox "se asemeja más a la extrema derecha oriental". Pero advierte, no obstante, de que "eso puede cambiar en cualquier momento". Los de Abascal pueden de pronto "defender el aborto o el matrimonio LGTBI como hacen en Europa" porque "la capacidad de la extrema derecha para adaptarse al contexto es inmensa y su votante lo permite".
Opina lo mismo el historiador Francisco Veiga, coautor del ensayo Patriotas indignados (Alianza Editorial, 2019). Vox, analiza, "es la extrema derecha española de toda la vida" pero ha optado por "marcar distancias con el fascismo histórico". En Hungría, recuerda el autor, el partido Jobbik "desfilaba por Budapest con trajes paramilitares, pero empezaron a tener problemas y entonces se desmovilizaron ymontaron el partido con una estética de traje y corbata". En ese sentido, opina, "la ultraderecha va de cívica con estrategias pasivo-agresivas" que buscan situarles "como las víctimas y no los agresores". A Vox, subraya el historiador, sí "le corteja la ultraderecha occidental". Y aunque "de momento son antifeministas, cualquier día cambian y crean una agrupación feminista de ultraderecha como en Alemania". Para ello, advierte, "conviene estar preparados y tener una respuesta".
Los puntos comunes, sin embargo, no resultan tan obvios respecto a uno de los asuntos que atraviesa el discurso de Vox: la negación a ultranza de la violencia contra las mujeres y el ataque sistemático a las leyes que la combaten. Esta reacción se explica en parte porque precisamente la legislación española es de las más avanzadas de todo el continente. A mayor desarrollo de las leyes, mayor oposición a las mismas. Así lo argumenta Cristina Fabré, miembro del Instituto Europeo por la Igualdad de Género (EIGE). "Ese ataque se produce en España porque junto con Suecia son los únicos países que tipifican la violencia específica contra las mujeres en el ámbito de la pareja o expareja", comenta a preguntas de infoLibre. Los grupos de extrema derecha "sienten que se criminaliza al hombre y entienden que con ello se están negando los valores tradicionales de la familia o la mujer. Pretenden invisibilizar la dimensión de género que tiene la violencia y la plantean de manera simétrica entre todos los que cohabitan" en el núcleo familiar. En la mayoría de países, comenta la experta, "apenas hay estadísticas o ese foco legislativo no existe".
De acuerdo a la base de datos de ONU Mujeres sobre la violencia contra las mujeres, Italia habla en sus leyes de "violencia en las relaciones familiares", Irlanda de "violencia doméstica", Croacia de "violencia familiar" o Polonia de "lucha contra la violencia en la familia". Y esa es la tónica habitual, con contadas excepciones. Fabré repara igualmente en aquellos países que, con "una conexión muy fuerte con grupos ultracatólicos", se han posicionado en contra de la firma del Convenio de Estambul, "alegando que está basado en la ideología de género". En ese sentido, entre los territorios más reaccionarios se encuentran Bulgaria, Hungría o Polonia.
Vox y el este europeo
"Vox se parece más a la extrema derecha del este europeo, que tiene un discurso más virulento sobre la violencia de género y se opone a todo tipo de políticas de igualdad". Habla la periodista y antropóloga Nuria Alabao, autora del capítulo Género y fascismo: la renovación de la extrema derecha europea, contenido en el libro Un feminismo del 99% (Lengua de Trapo, 2018). En occidente, por el contrario, la ultraderecha trata de "reiventarse asumiendo conquistas de Mayo del 68, a nivel de la revolución cultural", explica la antropóloga. Se trata de consensos asentados como que "la igualdad de la mujer es deseable o los derechos LGTBI incuestionables". Una utilización, añade, táctica que sin embargo no cristaliza después en una defensa real de la mujer a la hora de aprobar políticas.
Mantener este tipo de discurso en territorio español es "uno de los grandes tapones de Vox", opina Alabao. España tiene una "respuesta más asentada" en cuanto a igualdad, "incluso superior a muchos países nórdicos". Por tanto, la postura ultra al respecto "les posiciona en el margen del sistema de partidos, les hace contestatarios, pero les limita porque va en contra de consensos sociales asumidos".
En Polonia, la extrema derecha saca músculo. En las calles pero también en las instituciones. Al frente del país está el partido Ley y Justicia (PiS) desde el año 2015. Tras revalidar la victoria en octubre de este año, el partido conservador planteó como uno de sus principales envites la puesta en marcha de una legislación que persigue la educación sexual, con penas de hasta tres años de prisión a quienes la impartan entre menores. El mismo partido ya intentó, durante la anterior legislatura, endurecer la legislación sobre el aborto. La propuesta, que finalmente fue paralizada gracias a las multitudinarias protestas en las calles, buscaba restringir la interrupción voluntaria del embarazo excepto en los supuestos en los que la vida de la madre corriese peligro.
A los postulados del PiS le acompañan los de la coalición Konfederacja Wolność i Niepodległość (Confederación Libertad e Independencia), que en las pasadas elecciones logró representación gracias al 6,8% de los votos. La formación, de extrema derecha, cuenta en su cúpula con el líder Janusz Korwin-Mikke. El que también fuera eurodiputado hasta marzo de 2018 ha protagonizado numerosos titulares por sus habituales declaraciones machistas: suele cargar contra las mujeres, a quienes considera menos inteligentes que los hombres. Korwin-Mikke también ha cuestionado la violencia sexual y criticado la idea de consentimiento. Konrad Berkowicz, diputado y número dos de Korwin-Mikke, también rechaza la educación sexual que, "sin tener en cuenta la voluntad de los padres", enseña a los niños "el placer de la masturbación de manera sistemática desde una edad temprana". Un discurso que de nuevo recuerda a Vox –con su idea de "pin parental"– y a grupos ultracatólicos como Hazte Oír.
El italiano Matteo Salvini, líder del partido Lega y exministro del Interior, ha mantenido durante sus años de actividad una firme oposición a los derechos reproductivos de las mujeres. En marzo del presente año, todavía en el Gobierno italiano, participó en una conferencia internacional organizada en la ciudad de Verona contra el aborto, el divorcio y el matrimonio homosexual.
En Hungría, los dardos del primer ministro, Viktor Orbán (Fidesz), contra el movimiento feminista tampoco son excepcionales. El pasado mes de octubre el país aprobó un decreto que eliminaba los estudios de género en las universidades. Este tipo de estudios, que se pueden beneficiar de ayudas públicas, "podrían considerarse más como una ideología que como una ciencia", adelantaba ya en marzo de 2017 el secretario de Estado de Educación, Bence Rétvári. El uso del término "ideología" para los estudios de género recuerda a la tan manida "ideología de género" que emplean los de Santiago Abascal para referirse a las políticas públicas de igualdad.
Ocurre, también en Hungría, que a menudo el primer ministro conjuga su discurso abiertamente antiinmigración con su posición respecto a la violencia que sufren las mujeres. Lo mismo sucede en suelo español, donde la criminalización del extranjero es un recurso habitual de la extrema derecha. Orbán sostiene que "con muchos inmigrantes ilegales se sufre un aumento extraordinario de la tasa de delincuencia", y apunta a Suecia como "segundo país con mayor número de violaciones".
Occidente o el feminismo como estrategia
Llegamos a Francia y Alemania, donde la extrema derecha adopta un cariz sutilmente distinto aunque sea igualmente racista y xenóba. En esa línea tiende a expresarse Marine Le Pen, líder de Reagrupación Nacional. Para la capitana de la extrema derecha francesa, el acoso callejero es "en su inmensa mayoría obra de inmigrantes" que siguen una cultura "de desprecio hacia las mujeres francesas". Los postulados islamófobos de Le Pen son un mantra habitual y se dejaron ver el pasado fin de semana, tras la multitudinaria marcha feminista celebrada el sábado 30 de noviembre en París. Le Pen justificó su ausencia cargando contra "varias mujeres que encabezaban la manifestación" y que recientemente "marchaban con islamistas que tienen una visión de sumisión de las mujeres".
Marine Le Pen no ha dudado en reivindicarse como "mujer y madre" para seducir a su electorado, pese a las advertencias del movimiento feminista francés. Y esa misma estrategia es empleada por una de las cabecillas del partido Alternativa para Alemania (AfD), Alice Weidel, abiertamente homosexual. Su partido habla de blindar las fronteras para frenar "el odio importado hacia las mujeres alemanas y los homosexuales alemanes", en palabras de la parlamentaria Nicole Höchst, quien hace ahora un año también se refirió a la "islamización progresiva de Europa" como causa directa, a su juicio, de la merma de los derechos de las mujeres.
"Su defensa de la mujer es siempre en relación al racismo", explica al otro lado del teléfono el periodista Miquel Ramos. "Su enganche para hablar de violencia contra la mujer" bebe en este caso de la supuesta violencia perpetrada por "los inmigrantes y sobre todo los musulmanes". Ramos cita en este punto a Weidel, quien "hace campaña por los derechos LGTBI diciendo que el principal problema del colectivo son los ciudadanos musulmanes". Es decir, "traspasa un mal endémico, como la homofobia o el machismo, y lo traslada a otros colectivos". Para Ramos, la estrategia no deja de ser "muy hábil", porque la extrema derecha "ha sabido usar la diversidad" en su favor.
Guillermo Fernández-Vázquez, autor del libro Qué hacer con la extrema derecha en Europa. El caso del Frente Nacional (Lengua de Trapo, 2019), recuerda que no hay un único modo en que la ultraderecha aborda la cuestión. "En el caso de Francia, Marine Le Pen lo lleva haciendo, durante los últimos diez años, desde una perspectiva diferente a la de Vox", aclara. Lo cierto es que la líder de la extrema derecha "ha enfatizado su condición de mujer para tratar de disputarle a la izquierda el concepto de feminismo" con el fin último de "resignificarlo". En ese sentido, "acepta los puntos más polémicos: no cuestiona la violencia de género, no se mete con el matrimonio homosexual, tolera el aborto, pero sobre todo lo que más le importa es enmarcar el feminismo en una defensa de la identidad francesa". Es decir, asume determinados valores como "parte de la cultura francesa y subraya que los enemigos de esas conquistas son los inmigrantes musulmanes".
Le Pen, agrega Fernández-Vázquez, "está dispuesta a aceptar el feminismo siempre que le sirva para atacar las invasiones culturales del mundo musulmán". Y eso, añade, "ha servido para aumentar el voto de sectores no particularmente ideologizados". En otros territorios como Holanda o Alemania, abunda el autor, se sigue el mismo patrón. Aunque siempre surgen cismas, incluso dentro de las propias corrientes de extrema derecha. Fernández-Vázquez cita en este punto a Marion Maréchal, sobrina de Marine Le Pen, que sí podría ser un "referente ideológico" para Vox. Ella habla de "feminismo totalitario y lo considera como una especie de vanguardia cultural de la progresía", por lo que su oposición al movimiento es férrea.
Ramos coincide en destacar lo diverso de la extrema derecha y también repara en que la línea de Vox "se asemeja más a la extrema derecha oriental". Pero advierte, no obstante, de que "eso puede cambiar en cualquier momento". Los de Abascal pueden de pronto "defender el aborto o el matrimonio LGTBI como hacen en Europa" porque "la capacidad de la extrema derecha para adaptarse al contexto es inmensa y su votante lo permite".
Opina lo mismo el historiador Francisco Veiga, coautor del ensayo Patriotas indignados (Alianza Editorial, 2019). Vox, analiza, "es la extrema derecha española de toda la vida" pero ha optado por "marcar distancias con el fascismo histórico". En Hungría, recuerda el autor, el partido Jobbik "desfilaba por Budapest con trajes paramilitares, pero empezaron a tener problemas y entonces se desmovilizaron ymontaron el partido con una estética de traje y corbata". En ese sentido, opina, "la ultraderecha va de cívica con estrategias pasivo-agresivas" que buscan situarles "como las víctimas y no los agresores". A Vox, subraya el historiador, sí "le corteja la ultraderecha occidental". Y aunque "de momento son antifeministas, cualquier día cambian y crean una agrupación feminista de ultraderecha como en Alemania". Para ello, advierte, "conviene estar preparados y tener una respuesta".
Vox, la extrema derecha al alza
Análisis de las elecciones generales del 10-N 2019 Marta Moya para El Espectador (Colombia) con entrevistas a varios periodistas y expertos en extrema derecha: Antonio Maestre, Miquel Ramos, Xavier Casals y Gemma Ubasart
Marta Moya Domínguez /@martamdom
dijous, 28 de novembre del 2019
“Las redes sociales han modificado los hábitos de consumo de información”
El periodista Miquel Ramos (@Miquel_R) rasca sobre la superficie de los temas sociales de candente actualidad para servir al lector un punto de vista más reposado y ahondado. Y lo hace desde medios independientes como El Salto y La Marea y desde otros digitales como Público y La Directa. También es coautor de las plataformas de investigación Crímenes de odioy Sense tòpics.
¿Cuál es la salud que tiene, en rasgos generales, el periodismo en nuestro país en la actualidad?
El periodismo vive hoy una situación ambigua en varios aspectos. Por una parte, mucha gente ha dejado de informarse a través de los medios de comunicación convencionales. Las redes sociales han modificado los hábitos de consumo de información. Hay quien no entra nunca a una web de un periódico, si no es a través de un enlace que ha visto en Facebook o en Twitter. A veces, incluso, ni entra, simplemente se queda con el titular. Esto ha provocado que la desinformación y las noticias falsas inunden las redes y contaminen el debate público, ya que en gran medida están siendo utilizadas con fines políticos o simplemente para difundir el odio hacia determinados colectivos. Esto ha provocado también una crisis de credibilidad, que ya venía de lejos, dada la manifiesta manipulación de muchos medios de comunicación convencionales. Hace pocos días, por ejemplo, la sentencia contra Javier Negre de El Mundo por haberse inventado una entrevista sobre un suceso. Luego no se pueden obviar tampoco los intereses políticos y económicos de los propietarios de los medios. Esto condiciona mucho la información y es un problema para el periodismo. Esto ha existido siempre y forma parte de la mercantilización de la información y de los intereses empresariales de los grupos que controlan el panorama mediático. En esto, los medios más alternativos, autogestionados o cooperativos están dando una lección. Creo que estamos viviendo un buen momento para otro tipo de periodismo y hay múltiples ejemplos de proyectos que están haciendo muy buen trabajo con pocos medios. Por otra parte, la precariedad del oficio es otro de los problemas que condiciona también la calidad y la libertad de las informaciones. A veces, un mismo redactor no puede profundizar en determinados temas por la sobrecarga de trabajo. Otras, simplemente se dedica a reproducir notas de prensa. Esto posiblemente sea la señal de que no estamos en un buen momento para los profesionales de la información a nivel laboral.
¿Y en el caso de València, concretamente?
En València se sufre lo mismo que en el resto de los territorios. De hecho, las empresas propietarias de los medios raramente son locales. Pertenecen todos a grandes grupos empresariales cuyas políticas son exactamente iguales en Extremadura, Andalucía o València. De nuevo, hay que ir a proyectos mas humildes, locales o autogestionados para encontrar cierta diversidad. De todas formas, en todos los medios existen buenos profesionales que pelean cada día por dignificar la profesión y por ofrecer una buena información a la ciudadanía, a pesar de todo.
¿De qué manera están ayudando las redes sociales a los periodistas como herramienta de trabajo para sus investigaciones? ¿Se pueden poner en contra del profesional?
Hace poco Ignacio Pato escribió un articulo brillante en La Marea sobre el uso de las redes y la sobreexplotación a la que nos sometemos muy a menudo los periodistas. Añadiendo, además, la cuestión de género, que pocas veces se comenta. Las redes ayudan a promocionar tus trabajos, pero aquí es donde debes dedicarle tú tiempo y estar pendiente. Luego, la sobreinformación que existe en las redes muchas veces hace que te pierdas muchos contenidos, que te despistes con chorradas o con averiguar si lo que acabas de ver es un fake o es real. Son armas de doble filo.
¿Qué balance haces del resultado de las últimas elecciones políticas? ¿Cómo lo han transmitido las grandes cabeceras del país?
Los resultados de las elecciones evidenciaron el error de Sánchez convocándolas, al menos para el PSOE. El ascenso de la extrema derecha y la necesidad de pactar con Podemos para mantener un mínimo de credibilidad y de progresismo en su nuevo gobierno han dejado un panorama al menos curioso. Creo que Podemos ha salido bastante bien parado a pesar de haber perdido diputados y que el otro gran triunfador ha sido Vox. Los medios han jugado y siguen jugando un papel clave. Primero para el ascenso de la extrema derecha, a la que blanquearon desde el primer momento y la aceptaron como un actor más dentro de la democracia, a pesar de plantear medidas contrarias a los derechos humanos. Luego, está siendo evidente la campaña de la mayoría de los medios convencionales contra el pacto PSOE-Podemos. Algunos incluso han manifestado públicamente sus esfuerzos para imposibilitarlo. Es lógico, ya que la mayoría de estos pertenecen a grandes grupos empresariales poco o nada interesados en políticas progresistas.
¿En qué consiste el proyecto que colideras para la investigación sobre crímenes de odio? ¿Cuál es el objetivo periodístico de un proyecto tan comprometido como este?
Se trata de una investigación que recoge diferentes casos de asesinatos y homicidios motivados por el odio ocurridos en España entre 1990 y 2015. Algunos han sido bastante conocidos como el caso de Lucrecia Pérez, el de Guillem Agulló, el de Carlos Palomino o el de Sonia Rescalvo, pero muchos otros no estaban registrados o ni siquiera sabíamos los nombres. Este trabajo permite conocer a las más de 80 víctimas mortales del racismo, la homofobia, el fascismo y otras formas de intolerancia. Es una herramienta de consulta que contiene un archivo de cada caso y que quiere reivindicar la memoria de estas personas y alertar sobre el peligro de los discursos de odio y del ascenso de la extrema derecha a nivel global. Ahora estamos trabajando en la actualización del proyecto y esperamos presentarlo en primavera de 2020 con nuevos casos.
La fortuna de Franco: entrevista amb Mariano Sánchez Soler
Entrevista amb el periodista alacantí Mariano Sánchez Soler, autor del llibre "La familia Franco S.A.", que desgrana la fortuna de l'entorn del dictador i els seus negocis opacs. Fragment del programa FAQS de TV3 del 23/11/2019
Desobediència, violències i moviments socials: Entrevista a Paul Engler i Hibai Arbide al FAQS
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